martes, 27 de abril de 2010

De perfume, albero y manzanilla


Desde una radio María del Monte cantaba aquella sevillana que fue de las primeras que de pequeña me aprendí; “yo iba de peregrina y me cogiste de la mano…” Eran cerca de las ocho de la mañana del Domingo de los Fuegos, y aquello parecía ser la despedida de una semana de Feria. El resto de la clientela eran parroquianos, madrugadores, trabajadores, paseadores de perros… Nadie parecía tener los zapatos tan llenos de albero como nosotros, nadie lucía esa cara de felicidad y cansancio.
Ha sido una feria muy fugaz, se me ha pasado volando. Ha sido una feria diferente, como lo suelen ser todas, ha sido divertida, cansada, completa… Todos los años me propongo que esta sea mejor que la anterior, y creo que todos los años lo voy consiguiendo.
Como en las entradas anteriores, me vuelve a quedar esa resaca nostálgica, esa sensación de las cosas que faltaron y las que no; aunque no lo quiero pensar mucho…
Me gustaba pasar cerca de los trajes que aún no habían pasado por la lavadora, ese aroma que desprendían, mezcla de mi perfume, albero, manzanilla. Esa síntesis sensorial me resume la semana de una forma que no sería capaz de expresar con palabras, por más que usara. Es un resumen de días y noches, de risas, bailes, conversaciones más o menos formales, cosas que se dicen y se callan porque en cualquier caso, es mejor así… Y es que esta semana para mí supera con creces la Navidad, es tiempo familiar, de buenos sentimientos y compartir, pese a esa figura tan sevillana como es el “gañotero” y su versión femenina, que también existe evidentemente.
Me ha dado una pereza increíble recoger todos los avíos que tenía desparramados por el salón aunque he tenido que hacerlo, para cerrar este ciclo, para que mi madre no me chille…
Y como en todo, ya sólo queda esperar al año que viene, a pensar en el próximo traje, a esperar a ponerme el nuevo de este año, hoy por hoy mi favorito…
Vendrá la Feria otra vez y no será la misma, y eso será lo bueno. Este año ha habido cumpleaños, verdades humanas que han salido a flote con gestos, estrellas a los que han agasajado los camareros, controles de alcoholemia milagrosamente superados por la bondad de la benemérita, actuación de los “del vaso” y ratos que conservaremos para siempre, igual que a veces me da por guardar claveles secos…
Pensando en todo esto, me acababa la tostada, y esa sevillana de María del monte que había sonado por casualidad se acababa, reparé que yo nunca había entrado en ese bar, que está muy cerca de mi casa pero que en la vida lo había pisado; y quizás es otro milagro de Feria, acabar descubriendo que ese rincón de nombre rociero no está tan mal, ni es tan cutre como parecía…

martes, 13 de abril de 2010

Primavera, esa surreal rutina




Hay un Niño Jesús vestido de turco que da vueltas en mi mente… Hay un vestido de flamenca un puñado de tallas menor que su dueña, que mal rato he pasado hasta que todo se arregló… Queda cera en el asfalto y eso me pone feliz a la vez que triste… He vuelto a usar mi amuleto de la suerte, no me puedo librar de mis supercherías. Tengo un resfriado desde hace más de dos semanas y no me deja… quiero estar bien para Feria, lo necesito, pero parece que eso no va a ocurrir… He hecho como cuando era pequeña, vapor, eucalipto y nada… Tengo los labios quemados porque aunque la gente vaya en manga corta y las guiris en chanclas, no, no estamos en verano. Los marmolillos, separadores urbanos o como se llamen de la Alameda han resultado ser perfectos al fin… El viernes acabé cenando una pizza en la calle pasada la medianoche y resultó que estos cimborrios tienen la forma perfecta para apoyar la caja. Tengo hambre y sueño a horas extrañas, aún no me acoplo al horario normal, sigo con el de Semana Santa…
Y usar pañuelos de tela como las mujeres antiguas tiene su parte negativa, si te quedas sin reservas hasta la siguiente lavadora, es un tema…


No sé si es astenia primaveral o sólo surrealismo diario pero estos días son algo raros para mí…

martes, 6 de abril de 2010

Una semana, mil detalles…


Cerraba al fin los ojos, había sido un día muy largo… Entonces sentí aquella sensación, ya ni me acordaba… Siempre que acabo una Estación de Penitencia me ocurre lo mismo; cuando estoy en la cama siento la sensación del antifaz en mi cara. Era raro, no me acordaba de aquella tontería, pero me gustó sentirlo. Quizás ha sido esa, la Semana Santa de “la tontería”, las pequeñas cosas, el detalle milimétrico o a veces grande que ha ido hilando cada momento, cada día… Con miles de pinceladas como la del final de ese Martes Santo, podría contar la semana, del derecho y del revés, con orden, sin él… Podría empezar por el Domingo de Ramos, día que comenzó trianero y acabó amargurista…
Detenerme en Bárbara que ponía sellitos en la puerta de la Estrella, en ese trozo de calle Feria que llegó al Altozano con chicharrones incluidos… Podría saltar al Jueves, que fue día de sagrarios, mantilla por supuesto, y monaguillitos del Valle que me agasajaron de caramelos por aquello, por llevar mantilla… Recuerdo a uno que tendría no más de cuatro años y me decía: ¿Sabes que estas cartas se llaman estampitas? El Miércoles con ellos, que de risas, que de incienso… Me viene a la mente la imagen de cierta persona con la cabeza casi dentro de una tuba de Tejera y me tengo que reír recordando esa tarde-noche, con alegría, con nostalgia… Firmaría para los años venideros una Estación de Penitencia como esta, la firmaría en cuanto a lo personal, al camino, al tiempo, a la proximidad con el palio, el discurrir de la cofradía en general ya sería para analizarlo en otro lado… se me partía el alma el Lunes comprando el pan, con la radio puesta, sabiendo que tras un antifaz de San Pablo yo conocía uno de esos rostros que no paraba de llorar… Y la Madrugá… muy corta para mí este año, pero no se puede estar a todo… A veces la Semana Santa son ritos cambiantes, unos se incorporan, otros se aplazan, y benditos sean, benditas incorporaciones como esa foto con mi Virgen de los Desamparados el Jueves Santo, acompañada de más mantillas, más mantillas como las que me crucé en la calle Gerona entre las cuales no estaba Reyes, pero lo dicho, en años venideros…

El milagro de un Viernes sin lluvia era el regalo para ese muñidor que se retira, una pena, nunca conocí otro rostro que no fuera el de ese hombre portando la campana y ahora… El Sábado hubo un estreno, en mi opinión merecido, méritos propios hizo una hermandad con más empeño en recuperar que en crear algo que bajo mi punto de vista aporta poco, y sólo es mi opinión, pero el catálogo de misterios grandes y dolorosas guapas de ojos claros ya estaba saturado… Y tras eso, la Soledad, la plaza, las saetas reducidas… Algunas ausencias, algunos nuevos y algo que no cambia, el cierre de la puerta, un año más… Me encanta ese momento, y desearía que no llegara nunca…
Me habría quedado en la sacristía el Martes Santo departiendo y reponiéndome con mis hermanos, en una oración silente el Jueves en el convento de las Clarisas, me habría quedado frente al Jano viendo La Mortaja, en la primera trasera revirando que nos regalaba la Virgen de la Paz o admirándome mil veces en el genial cortejo Servita… incluso antes, en el eco que me llegaba de una saeta, o mucho, mucho antes, en el traslado de el hijo de Dios que lloraba como hombre el Viernes de Dolores… pero no pudo ser, las cosas pasan, la Semana Santa tiene que durar lo que dura, con sus excesos, sus defectos, sus infinitas cosas buenas, y tiene que empezar, y acabarse para echarla de menos, para volver a esperarla, para que mi bolso mantillero repleto de estampas montesioneras duerma el sueño de los justos, para que la Madrugá de aguardiente vuelva a saber a gloria… al fin y al cabo lo decía Sergio, ya ha empezado la Semana Santa 2011.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...