Mi querido Eres_mi_cruz ya me avisó de cuanto podría gustarme Burdeos y sobre todo el Garona. Tenía razón, el Garona es un señor río.
La ciudad no es ni grande ni pequeña, está limpia, bien comunicada y llena de vida. Los tranvías pueden llevarte a casi cualquier lugar, y donde ellos no llegan te lleva algún autobús. De hecho, ahora mismo poseo una tarjeta de transporte urbano que me reconoce como habitante de la ciudad, ya que mi amiga, anfitriona y Erasmus, me puso el domicilio de su residencia. Es una
La ciudad no es ni grande ni pequeña, está limpia, bien comunicada y llena de vida. Los tranvías pueden llevarte a casi cualquier lugar, y donde ellos no llegan te lleva algún autobús. De hecho, ahora mismo poseo una tarjeta de transporte urbano que me reconoce como habitante de la ciudad, ya que mi amiga, anfitriona y Erasmus, me puso el domicilio de su residencia. Es una
picaresca a medio camino, ya que podía haber optado por colarme sin pagar, o sacar la tarjeta de visitante, que valía diez euros en lugar de los ocho que pagué por la mía, con fotito y todo.
Resultó que cuando llegué, según mi amiga sevillana había “una feria”, según un compañero vasco suyo, “sólo eran unas barracas”. Resultó que lo que había en la Explanade des Quinconces era lo que aquí sería “la Calle del Infierno”, esto es, “cacharritos” en sevillano, y atracciones en español, que luego resulta que no se nos entiende. Bueno, pues había atracciones, tómbolas, puestos de gofres… Muy surreal, ya que los personajes típicos son igualitos, solo que las carajotadas de la tómbola las dicen en gabacho, pero por lo demás, igual, con la excepción de l
Resultó que cuando llegué, según mi amiga sevillana había “una feria”, según un compañero vasco suyo, “sólo eran unas barracas”. Resultó que lo que había en la Explanade des Quinconces era lo que aquí sería “la Calle del Infierno”, esto es, “cacharritos” en sevillano, y atracciones en español, que luego resulta que no se nos entiende. Bueno, pues había atracciones, tómbolas, puestos de gofres… Muy surreal, ya que los personajes típicos son igualitos, solo que las carajotadas de la tómbola las dicen en gabacho, pero por lo demás, igual, con la excepción de l
os algodones. Hay algodón de azúcar de cocacola, de pistacho, de limón… de unas quince cosas o así, y… ¿de qué me lo compré yo? De fresa corriente y moliente… soy idiota, pero me asustaba la innovación…
La noria también era algo diferente, más insegura que la que yo he visto por aquí, menos rejas y medidas de seguridad, como en las atracciones de antaño, donde si te la pegabas, mala suerte… La cosa es que ese paseo en noria propició grandes fotos de la capital del vino.
La noria también era algo diferente, más insegura que la que yo he visto por aquí, menos rejas y medidas de seguridad, como en las atracciones de antaño, donde si te la pegabas, mala suerte… La cosa es que ese paseo en noria propició grandes fotos de la capital del vino.
Básicamente, Burdeos me ha parecido un ejemplo en muchos sentidos. Ejemplo de conservación arquitectónica, sus edificios y fachadas preciosos y monumentales, aunque la salvedad casi fue la más decepcionante para mí, la casa donde murió Goya está demasiado moderna para mi gusto, pero bueno, no podía ser todo perfecto. Me encantó el Pont de Pierre pese al caos que había en él, gran trasiego de peatones, ciclistas y coches. También me gustó mucho el Teatro Víctor Louis con sus nueve musas y sus tres diosas. Me encantó la Victoire, la calle Saint Caterine y todo su centro peatonal repleto de tiendas. También hay que destacar la catedral de Saint André y algunas iglesias que todos pueden buscar por internet, y si tienen suerte, en alguna guía. Digo lo de la suerte porque yo guía no encontré, pero bueno, confeccioné una con la red de redes. El caso es que nadie me avisó de que me maravillaría la grandeza del edificio donde está el Museo de Aquitania, o que una vez más volvería de un viaje sin ver algún museo, el de Bellas Artes permanece cerrado este mes… Aún no sé qué hacía allí un carrusel cercano a la Plaice de le Comedie, aunque corrí hacia él como una niña. La sorpresa del Museo de Arte Contemporáneo, con raras instalaciones incluido el experimento de “La cárcel de Standford”, más impresionante que en los libros… Aunque personalmente yo habría deseado un poco más de Magritte y un poco menos de pintura de dedos…
El agua de la fuente de Las tres Gracias estaba rosa, en solidaridad con el cáncer de mama, por lo visto en junio la ponen color burdeos en honor a la fiesta del vino.Pero puede que sin lugar a dudas, lo que en cierto modo más me gustó fue esto:
No es la ciudad más famosa, ni la más grande. El aeropuerto es una quinta parte del de Sevilla, que no tiene un tamaño muy allá; pero quizás todo esto le aporta más encanto. Es una ciudad limpia, donde los franceses son amables lejos de tópicos. La calle está repleta de vida, el transporte es barato y comer y beber, algo caro. El sol, más bajo que en mi tierra, baña por igual el gótico y el Art Nouveau, el agua es un juego y una gozada; los edificios se adaptan al estado de ánimo de cada cual, y dispones de un gran río al que lanzar pensamientos que la corriente deba llevarse.
Me ha encantado este rincón del mundo que recomiendo visitar encarecidamente, al fin y al cabo, ya lo decía Víctor Hugo en la entrada anterior, una deliciosa mezcla entre Amberes y Versalles, un lugar que a veces recuerda a Londres, otras simplemente a Burdeos, merece al menos una vez en la vida, una visita.